Él la recogió en el trabajo con la intención de salvarla de su rutina diaria. Ella sonrió al verle, lanzándose así a sus labios. Él queria llevarla a volar. Ella sólo pensaba en volar con él.
Emprendieron su huída encontrando un hueco junto al mar. Buscaban ese rincón en el que estar solos, juntos, dejando a la pasión hacer el resto. Dos minutos después de entrar a aquel apartamento ya se habían quitado la ropa y sudando se fundieron en un abrazo. Abrazo que pese a tener que finalizar pronto, por asuntos deportivos, era tan intenso como cada beso y mirada que se ofrecían y regalaban.
Salieron a la calle, su equipo se jugaba el pase a las semifinales. Entraron a aquel bar donde las camareras paseaban su cintura en cada mesa, y el ambiente era cuanto más, lo menos romántico que encontrarían. Pero estaban juntos, ¿quién podría no contentarse con eso que sentían al mirarse?
Llegó el descanso y tras picar algo poco elaborado, huyeron juntos a buscar otro lugar. Esta vez uno con menos gente, y porqué no, un lugar en que ellos fueran los protagonistas. Así fue, el resto observaba con envidia su juventud y la "tontuna" que se había aferrado a ellos, tal vez llamada amor.
Llegaron los momentos más importantes del partido, esos en los que la tensión, los nervios, las risas y las lágrimas entraban a escena. Ella no pudo contener la emoción tras una indignación contra el árbitro. Él también agachaba la cabeza. Miraban el partido y se miraban ellos. Los señores de la mesa de atrás les reñían por su euforia ante la posible llegada de los goles. Ella lo miraba, y en uno de esos momentos...se le escuchó en voz alta "te quiero"...
Él lo escucho, ella lo escuchó. En ese momento no sabían que había ocurrido, el pensó "has dicho ¿fuera de juego?"...Ella pensó..."¿lo dije en voz alta?" Su subsconciente le había jugado la traición más maravillosa que jamas pensara. Llegó el gol, y tras el beso él también pudo abrirle su corazón.
Nunca olvidarían ese pase a semifinales. Ellos, en aquella huída, ya eran campeones...de aquello que tanto tiempo andaban buscando sin saberlo, de aquello en lo que habían dejado de creer. Este era el momento en que debían encontrarse, porque habían aprendido un lenguaje que está más allá de las palabras, y se encontraba tras los ojos y en el corazón.
Emprendieron su huída encontrando un hueco junto al mar. Buscaban ese rincón en el que estar solos, juntos, dejando a la pasión hacer el resto. Dos minutos después de entrar a aquel apartamento ya se habían quitado la ropa y sudando se fundieron en un abrazo. Abrazo que pese a tener que finalizar pronto, por asuntos deportivos, era tan intenso como cada beso y mirada que se ofrecían y regalaban.
Salieron a la calle, su equipo se jugaba el pase a las semifinales. Entraron a aquel bar donde las camareras paseaban su cintura en cada mesa, y el ambiente era cuanto más, lo menos romántico que encontrarían. Pero estaban juntos, ¿quién podría no contentarse con eso que sentían al mirarse?
Llegó el descanso y tras picar algo poco elaborado, huyeron juntos a buscar otro lugar. Esta vez uno con menos gente, y porqué no, un lugar en que ellos fueran los protagonistas. Así fue, el resto observaba con envidia su juventud y la "tontuna" que se había aferrado a ellos, tal vez llamada amor.
Llegaron los momentos más importantes del partido, esos en los que la tensión, los nervios, las risas y las lágrimas entraban a escena. Ella no pudo contener la emoción tras una indignación contra el árbitro. Él también agachaba la cabeza. Miraban el partido y se miraban ellos. Los señores de la mesa de atrás les reñían por su euforia ante la posible llegada de los goles. Ella lo miraba, y en uno de esos momentos...se le escuchó en voz alta "te quiero"...
Él lo escucho, ella lo escuchó. En ese momento no sabían que había ocurrido, el pensó "has dicho ¿fuera de juego?"...Ella pensó..."¿lo dije en voz alta?" Su subsconciente le había jugado la traición más maravillosa que jamas pensara. Llegó el gol, y tras el beso él también pudo abrirle su corazón.
Nunca olvidarían ese pase a semifinales. Ellos, en aquella huída, ya eran campeones...de aquello que tanto tiempo andaban buscando sin saberlo, de aquello en lo que habían dejado de creer. Este era el momento en que debían encontrarse, porque habían aprendido un lenguaje que está más allá de las palabras, y se encontraba tras los ojos y en el corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios